En su cruzada por intentar contener el déficit fiscal que tiene al país con un pie en el abismo y otro haciendo equilibrio al borde del barranco, el ministro de Economía Sergio Massa había impulsado el “dólar soja” para fomentar la liquidación de cosechas del campo y obtener reservas. De este modo, las arcas del Estado se fortalecieron, aunque ya la rapiña kirchnerista amenaza con echar mano a los billetes frescos.
Y como dice el dicho, “pájaro que comió, voló”: Tras asegurar que la recaudación por medio del “dólar soja” fue satisfactoria, el Gobierno ratificó que la medida culminará junto con el mes de septiembre, tal como estaba estipulado en un principio. Lo cual deja en evidencia que, lejos de pensar en soliviar al sector agropecuario, siempre se trató de una herramienta para recaudar.
Silvina Batakis, la actual titular del Banco Nación, tras su fugaz paso por el Ministerio de Economía, fue una de las funcionarias que acompañó a Massa en su gira oficial por Estados Unidos para reunirse con autoridades del gobierno de Joseph Biden y el Fondo Monetario Internacional (FMI). A su regreso al país, ratificó que el incentivo de un dólar a 200 pesos para los exportadores del agro, conocido como “dólar soja”, no tendrá continuidad en octubre.
“Hay una buena liquidación; el Banco Central después de varias ruedas en las que venía ve vendiendo (dólares) ha superado esa etapa y es un buen momento. La economía argentina necesita dólares y lo que más dólares te da es la venta de soja”, sostuvo Batakis.
Por otro lado, explicó su nuevo rol en el Ejecutivo y cómo fue el encuentro en Washington de Massa con la titular del FMI, Kristalina Georgieva, tras la reunión que encabezó ella misma el pasado 25 de julio, cuando todavía estaba a cargo del ministerio en reemplazo del renunciado Martín Guzmán. “Yo voy a hacer lo que el espacio político entienda que tengo que hacer”, explicó.
Por otra parte, criticó la sugerencia de aplicar la convertibilidad: “La convertibilidad se sostuvo en los primeros años por la venta de la soberanía, con la ilusión de que la economía estaba encaminada, pero cuando se terminó lo que había para vender se empezaron a notar los problemas”.
Más allá de descartar a la convertibilidad y la dolarización, Batakis apuntó que la moneda argentina “hace años que va perdiendo peso, la inflación lleva muchas décadas y tenemos el triste récord de ser la economía con alta inflación más sostenida en el tiempo”.
El impacto del “dólar soja”
Con relación al dólar soja, las liquidaciones hasta este martes alcanzaron los 293,5 millones de dólares. Así, desde la llegada del incentivo, el Banco Central quedó con un saldo positivo de 1.385 millones de dólares en las últimas seis sesiones operativas.
En el transcurso de septiembre el Central acumula compras netas por 1.392 millones de dólares. Asimismo, la entidad monetaria afronta un 2022 con compras netas por 1.433 millones en moneda estadounidense, aunque este monto representa el 21.7 por ciento del saldo neto a favor en el mismo lapso del año pasado, de unos 6.603 millones de dólares al 13 de septiembre de 2021.
“El ‘dólar soja’ tuvo un buen debut (…). Sin embargo, la medida solo sirve para ganar algo de reservas y tiempo, que no es poco, pero no soluciona los problemas macroeconómicos de fondo y a su vez tiene sus efectos secundarios por la mayor emisión monetaria y costos fiscales que implica”, comentó Roberto Geretto, economista del fondo de inversión Fundcorp.
“El costo del presente ‘dólar soja’ a 200 pesos es muy costoso por la diferencia frente al tipo de cambio oficial -142,58 pesos-, en lo que representa un desdoblamiento cambiario fáctico. Para evitarse la pérdida de otras reservas, seguramente habrá más trabas para el llamado ‘dólar turista’ y alza de tasas”, afirmó un analista financiero de la banca privada extranjera.
Cabe destacar que, pese al incremento de las reservas del país por medio de la liquidación de cosechas, nada garantiza que los fondos representen una mejoría para la situación económica. Muy por el contrario, parte de ellos ya fue destinada a seguir financiando a la vagancia. Y tampoco se puede descartar la posibilidad de que funcionarios amigos de lo ajeno metan la mano donde no les corresponde.
