El reconocido ceramista y coplero humahuaqueño, Leocadio Toconás, se refirió a las celebraciones religiosas, que los quebradeños manifestarán el 1 y 2 de noviembre, que es el día de Todos los santos, y los Fieles difuntos.
Conocedor de las costumbres y tradiciones, sostiene que en el mundo andino, existe una relación con los seres queridos que ya no están físicamente, inclusive “conviven con nosotros. La energía sigue viva y el diálogo es permanente, es la espiritualidad mas importante que se nos presenta en esta vida”.
Para los pueblos originarios “nuestra vida es circular, donde nacemos, crecemos, nos reproducimos y después volvemos a integrarnos al cosmos, no tiene principio ni fin. Seguimos viviendo como energía, no desaparecemos, no hay muerte, es constante la vida, o sea que los espíritus viven aquí en la tierra, nos reinsertamos en alguna parte de la naturaleza (plantas, animales, cerros, aguadas)”, asegura.
En noviembre es el tiempo del encuentro con las almas, ceremonia propia de los pueblos originarios del Abya Yala, que tiene más de 12.000 años de historia de vida.
Es el día (el 2) “en que nos reunimos para compartir y disfrutar de la visita preparando todo lo mejor para recibirles (es la reciprocidad en este ciclo de la vida)”.
El día de Todos los santos y los Fieles difuntos, “se hace en este mes porque de acuerdo al calendario agrícola se realiza la primera cosecha que nos da la Madre Tierra y algunas comidas se hacen en base a los productos cosechados. También se preparan bebidas (chicha, ancoso), otras de las ofrendas son los panes con figuras de animales, plantas, o sea todo lo que tenían y compartían en vida nuestros difuntos”.
El encuentro es el 2 de noviembre de acuerdo al calendario gregoriano y la religión católica.
Relata que en algunos lugares de Bolivia, Perú, Ecuador y México “se convive con más naturalidad estos encuentros donde se saca a los difuntos a pasear o caminar por los lugares que frecuentaban, acompañados de coplas y música. Nuestros muertos no eran enterrados sino estaban colocados en “chullpas” o vasijas preparadas especialmente para tal fin, acompañados de todas sus pertenencias y elementos que utilizaba con frecuencia porque las almas siguen viviendo y utilizando sus cosas. A muchos se les colocaba en la esquina de la cocina o casa, en el patio, en algún rastrojo, en el camino o cerca de alguna apacheta, por eso, el vínculo entre las almas y nosotros siempre está presente”.
“El despacho de nuestros seres queridos es con alegría, no solo a los familiares sino a vecinos y amigos que volvieron a visitarnos”.
Y concluye señalando que “solo se acaba esa energía, cuando uno se olvida de ellos”.